miércoles, 11 de agosto de 2010

Milan Kundera, "La ignorancia"

Milan Kundera, La ignorancia, traducción de Beatriz de Moura, Tusquets (Colección Maxi), Barcelona, 2009 (ed. or. 2000).

Esta novela de Kundera trata de aproximarse a las repercusiones anímicas que provoca en la vida de las personas el fenómeno de la emigración. El motivo argumental son las impresiones de una mujer y un hombre respecto de su experiencia como emigrados, específicamente de las que sienten al regresar circunstancialmente a su país de origen tras muchos años fuera de él.

La novela resulta completamente fallida y se lee, además, con una cierta sensación de asombro ante la impericia que demuestra un escritor tan afamado internacionalmente. Uno tiene la sensación de que todo el texto es un quiero y no puedo por parte de Kundera.

El principal problema de la novela es que es una novela de tesis. Una opción estética de este tipo, propia de hace más de un siglo, denota la autoconciencia por parte de Kundera de verse incapaz de poder enfrentarse a un tema sin dar gato por liebre, esto es, de poder pergeñar una historia que por sí misma sostenga, gracias al argumento y los personajes, ese tema. Así, pues, Kundera hace uso del recurso constante a la reflexión ensayística como forma de apoyar su narración en el principio de autoridad de que aquello de lo que nos habla no es ficción, con el objeto de dar profundidad, paradójicamente, a una historia de ficción que, al final, resulta ser una pálida ilustración, casi decorativa, de las ideas expuestas.

La novela naufraga por ambas partes: el valor de la reflexión filosófica de Kundera sobre el tema de la emigración y sus consecuencias, tanto para los que se han ido como para los que se quedan, es nulo. Es superficial, previsible, y lo peor que tiene es que parece desconocer por completo la potencialidad intelectual de sus lectores, que a buen seguro, como le ha pasado a quien esto escribe, se habrán quedado perplejos por el derroche de simplezas y lugares comunes expuestos. Por su parte, la historia de ficción que intenta ilustrar estas reflexiones se desarrolla por los mismos niveles de superficialidad y simpleza. No hay nada conmovedor, nada estéticamente deslumbrante, ningún hallazgo en materia de hechos y personajes que al lector le puedan llegar a sobrecoger o, cuando menos, que pueda llegar a guardar en su memoria. La extraordinaria inconsistencia del conjunto es tal que, al final, la novela se desvincula casi por completo del supuesto tema de la misma y deriva hacia una exposición de inocuas aventurillas de los personajes en un nivel puramente interpersonal.

Por lo demás, la confrontanción del título de la novela con su contenido refleja milimétricamente el fracaso del proyecto: una abstracción de ese calibre, vinculada a un tema de profundas repercusiones personales, sociales e históricas, es imposible que pueda ser tratada con solvencia en una novelita como esta con cuatro frases más o menos filosóficas y una historia deslavazada y trivial.

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