lunes, 9 de agosto de 2010

Teresa Moure, "A xeira das árbores"

Teresa Moure, A xeira das árbores,
Sotelo Blanco, Vigo, 2004.


Esta es la típica novela de la que se podría decir eso tan típico de que todo en ella suena a muy dejà vu (con todo, también es típico que, como ocurre aquí, en estos casos sea muy difícil precisar en qué otros lugares se ha leído algo parecido o igual...).

Sin embargo, la novela es tan insistente en su representación de estereotipos (personajes, situaciones...), que resulta que es por ahí por donde consigue convencer finalmente.

Dicho de otra forma, en principio la novela es una brillante y modélica exposición de todos los tópicos sobre la vida de la mujer de clase media y mediana edad en la sociedad actual. Obviamente, esto es una generalización y una hipótesis: ni todas las mujeres de clase media y mediana edad tienen la misma vida que la protagonista de esta novela ni es seguro que esa haya sido la intención de la autora. Pero el dejà vu al que antes me refería, y que no se sabe muy bien de dónde sale, parece respaldar esa hipótesis: hay en la novela como una especie de amalgama de motivos clásicos de reflexión de cierto feminismo (y que, en ocasiones, enlaza directamente con una reflexión machista, que a veces no se sabe bien dónde acaba una y empieza la otra...): la mujer caracterizada como género reflexivo, sentimental y atento a las palabras, frente al hombre impulsivo, egoísta y materialista; la mujer que al final carga con la casa a cuestas como un cuasi omnipotente caracol; la mujer que cuida a los hijos; la mujer que, además, trabaja; la mujer que lo puede todo; y, en fin, la mujer que no por eso tiene que ser una muerma o medio beata, sino una mujer liberada, con piercing incluido y, aun encima, atractiva... En fin, todo eso visto mil y una veces a retazos en novelas, revistas, películas, series de televisión, la vida...

No hay, pues, ni personajes, ni historia, ni situaciones originales. Sin embargo, y como decía, la novela resulta original por el descaro con el que un material tan conocido es tratado y ensamblado (algo que se consigue, en parte, gracias al excelente dominio del lenguaje del que hace gala la autora). Es tan brillante la digestión que se hace en la novela de todos los tópicos del tema, que al final uno casi tiene la sensación de que el personaje de Clara, la protagonista, consigue desembarazarse de esos corsés y aparecer ante el lector como una persona que tiene vida más allá de ellos. Ese es un logro muy a tener en cuenta.

Quizá una segunda lectura de la novela podría corroborar cierta impresión que tengo de que, igual, al final, Teresa Moure lo que ha querido es, precisamente, dinamitar una posible lectura en clave feminista de su novela. Porque, a lo mejor, ya no se trataría de describir a una mujer con vida interior compleja saturada de múltiples obligaciones sociales que como tal mujer le ha tocado cumplir, sino de sugerir que esa misma impresión de prototipo que se puede tener de Clara, no deja de ser más que una construcción social y que ella, al incorporar a su vida con coraje y, lo que es más importante, meditadamente, esas dificultades, termina como individuo por sobrevolar con naturalidad sobre todo ello, rompiendo con la posibilidad de que nadie venga a encasillarla.

O sea, nada menos feminista que eso.

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